La Tacuara es Bambú
Una guía viva, un material noble, una maestra silenciosa. Mi camino con la tacuara es rizomático: se expande, enlaza territorios, conecta personas y saberes. Me desafía, me da alegrías y me enseña a estar al servicio de algo más grande.
El bambú es la mirada que lo atraviesa todo. Desde cómo dibujo hasta cómo acompaño procesos o doy charlas, esta planta me enseña a diseñar con vida. Si me contratás, estás trayendo también esta forma de ver el mundo: flexible, viva, regenerativa.

Ese tallo hueco que muchos conocen como caña o tacuara… es parte de una familia gigante y sorprendente: el bambú.
Con más de 1.700 especies distribuidas por todo el planeta, el bambú crece rápido, en red y con un ritmo que no se negocia. Desde los Himalayas hasta América del Sur, ha acompañado a la humanidad en viviendas, herramientas, rituales y canciones. Y hoy, comienza a ser redescubierto como un aliado para la regeneración.
Entre todas sus formas, hay una que brota con fuerza en Uruguay: Phyllostachys aurea, la tacuara. Es la más conocida, aunque no es la única: en nuestro laboratorio rural ya cultivamos más de 20 especies integradas al monte nativo.
Sus raíces se expanden en red, crean estructura, sostienen la tierra y purifican el agua. Tiene fuerza, livianidad, sombra y belleza. Y —si la sabemos mirar— también sabiduría.
El bambú adapta, enseña y transforma. Regenera ecosistemas, activa economías, despierta memorias.
¿Sabías que sus ancestros convivieron con los dinosaurios? ¿Y que fue una de las pocas plantas que sobrevivió a la bomba de Hiroshima?
La palabra “tacuara” es de origen guaraní y significa “madera hueca”. En Uruguay, incluso tenemos un departamento llamado Tacuarembó, que significa “rebrote de tacuara”.
🌿 El bambú guarda secretos antiguos…
y nos invita a imaginar lo que aún no fue.
¿La tacuara es bambú?
El bambú puede sanar suelos, capturar carbono, activar economías locales, generar hábitats y despertar habilidades dormidas. Tiene fuerza, ritmo, flexibilidad y belleza. Y guarda un potencial regenerativo inmenso que empieza a revelarse cuando cambiamos la forma de vincularnos con él.
Cuando lo cultivamos con conciencia, respetando sus ciclos y colaborando con el ecosistema, el bambú se vuelve una palanca para transformar territorios y formas de vida.
Con bambú podemos hacer las cosas distinto. Más conscientes, más locales, más alegres. Con trabajo que reconecta, que cuida, que pone la vida al centro.
Me recuerda que regenerar es dejar de degenerar. Volver a un orden natural. Cuidar la tierra que nos cuida.




🎋 ¿Y si el bambú es parte del plan?
Bambú en acción
Mi vínculo con el bambú es simbólico, cotidiano, territorial y profesional.
Te comparto tres ramas de este ecosistema creativo que co-creamos con Lucía Kröger, mi compañera de vida y de sierras. Desde Uruguay, impulsamos experiencias, contenidos y soluciones que inspiran y transforman.
Plataforma creativa para experimentar el potencial regenerativo del bambú: Diseñamos y facilitamos experiencias, talleres, libros, contenidos y soluciones aplicadas que combinan arte, educación y territorio. Desde Uruguay, acompañamos procesos de transformación personal, comunitaria y organizacional a través de la tacuara como aliada de cambio.
(Ver Linktree)
Laboratorio rural de bambú en Uruguay: Centro de creatividad, siembra, investigación y experiencias en torno al bambú. Desde las sierras de Maldonado, cultivamos +20 especies y colaboramos con universidades, escuelas, emprendedores y organizaciones que impulsan la regeneración ecosocial. Aquí recibimos visitantes, prototipamos ideas y habitamos lo que enseñamos.
(Ver Linktree)
Colección ilustrada de libros lúdico-educativos que celebra el bambú como símbolo de regeneración: 7 historias ilustradas que integran fantasía y saberes reales para conectar con la naturaleza desde las infancias, cultivar valores humanos y revalorizar el patrimonio cultural de la tacuara en América Latina. Cada libro incluye actividades creativas, construcción de objetos y contenido pedagógico para compartir en familia, escuelas y espacios educativos.
Mi camino bambusero
En 2011 viajé becada a Hangzhou para formarme en el China Bamboo Research Center. Fueron dos meses intensos entre plantaciones, fábricas, laboratorios y talleres. Vivencié plantaciones inmensas, industrias especializadas y plantas de procesamiento donde los “residuos” de una etapa eran la materia prima de otra. Conocí de cerca una cultura milenaria donde el bambú está presente en la arquitectura, la industria, la alimentación, el diseño y lo espiritual. Lo que en Uruguay llamábamos tacuara, allá era símbolo, materia y posibilidad.
En 2013 participé de un curso de construcción de viviendas con bambú en Panamá. Ese mismo año llegué por primera vez a Costa Rica, donde conocí universidades, referentes y proyectos bambuseros a escala humana, con sentido comunitario y expansión circular. Dos años después, en 2015, fui invitada a facilitar talleres creativos junto a cooperativas y empresas locales. Fue un punto de giro: entendí que el bambú no solo se transforma… también transforma.
Durante esos años también fui docente en la Escuela Universitaria Centro de Diseño. Acompañé proyectos de aula, extensión e investigación vinculados al diseño regenerativo y la economía circular con bambú. Fui tutora de tesis, impulsé procesos creativos y técnicos, y vi de cerca cómo el bambú despertaba habilidades, propósito y comunidad.
Ese mismo 2013 facilité mi primer taller de bambú en San Antonio, Salto, como parte de un proyecto de extensión universitaria. Fue la primera vez que revelé públicamente algo tan simple como transformador: la tacuara es bambú. Lo que ocurrió superó toda expectativa. Tuvimos que cerrar inscripciones por cupo completo. Pero más allá de eso, sentí algo innegable: entusiasmo genuino, conexión profunda y una curiosidad colectiva que se encendía al reencontrarse con esta planta. Había algo ancestral vibrando ahí que nos recordaba que esta caña —tan presente en nuestro territorio— también es parte de nuestro legado guaraní.
El bambú me mostró una forma de habitar el mundo más conectada con la vida. Y desde entonces, elegí seguir profundizando con él.
Mi camino con la tacuara es rizomático: se expande, enlaza territorios, conecta personas y saberes. Me desafía, me alegra y me enseña a estar al servicio de algo más grande.









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